Raza y clase en la historia de Estados Unidos
Este artículo propone una aproximación conceptual sobre la interrelación de las nociones de raza y clase en la historia de Estados Unidos. En estos términos, los temas ligados a la “negritud” han ocupado un papel esencial, donde se pone de manifiesto el lugar central que el concepto de raza ha tenido en el devenir histórico, así como también su posterior desarrollo en el plano de la lucha de clases y su presencia en la construcción de relaciones políticas y socio-económicas. Asimismo, sin lugar a dudas las consideraciones sobre la raza y la clase configuraron las estrategias de lucha de la larga tradición política de los Movimientos por los Derechos Civiles.
Conceptualmente raza como categoría explicativa no define ni explica determinados procesos históricos, aun así podemos entenderla como una construcción histórica, producto de una estructura dada por relaciones socio-económicas y de poder político, establecidas en un momento histórico determinado y sustentada por una ideología racial1.
La noción de raza se encuentra intrínsecamente ligada a la de clase social, por lo que la idea de lucha de clases es esencial para entender la centralidad del concepto de raza. Mientras que dicho concepto se utilizó como categoría para referir a la existencia de ciertas diferencias que naturalmente distinguirían a los seres humanos en grupos “raciales”, en los Estados Unidos la raza negra se presentó como una construcción caracterizada en un consenso hegemónico, y sustentada en la arraigada noción de que “negro” es toda aquella persona con algún rastro de ascendencia africana.
Si bien la raza humana es una sola y biológicamente no se distinguen en rasgos particulares, por el contrario, la raza como sistema de clasificación apela a diversas clasificaciones biológicas para diferenciar socialmente quien pertenece a una u otra con objetivos puramente ideológicos. Así, un conjunto de indicios biológicos, físicos, sociales y culturales son los que ayudan a decidir quién pertenece a determinada raza, y a reproducir estereotipos y reforzar prejuicios. Sin embargo, el hecho de que los seres humanos no estén divididos en razas en sentido biológico, no significa que la construcción de las razas y el racismo (en sus configuraciones políticas e institucionales) no sean reales, pues existen y son reales. En este sentido, Michel Foucault explicitó a dispositivos de poder para el disciplinamiento social, ya sea en lo inherente a prácticas institucionales, por lo tanto legales y estipuladas en los códigos del Derecho- como también en lo relativo a prácticas sociales de segregación.
Manning Marable caracteriza la idea de “solidaridad racial” en contraposición a la idea de “solidaridad de clase”, para referir a diversos grupos orígenes étnicos diferentes que hablan distintos idiomas y tienen disímiles culturas pero que “comparten la experiencia de la desigualdad”, es decir, que pertenecen a la misma clase social a pesar de lo cual no hay unidad entre ellos. En ambos sentidos se puede observar, de acuerdo a categorías thompsonianas de análisis, que las experiencias históricas fluyen en fenómenos socio-históricos más amplios, que escapan a rígidas categorías estructurales2. La retórica de la solidaridad racial en tanto “representación simbólica” puede usarse para enmascarar contradicciones y divisiones de clase en comunidades raciales y étnicas, y puede ser manipulada para apoyar los intereses de los grupos de poder. En resumen, la lucha de clases tiende a resquebrajar la solidaridad racial y viceversa la solidaridad racial resiente la perspectiva de clase3.
Asimismo, es necesario incorporar la noción de raza en los estudios de la clase obrera de los Estados Unidos, en la medida que fue el racismo lo que permitió una “coalición de intereses” entre la elite blanca y los blancos pobres, ayudando a cancelar conflictos y reivindicaciones de clase y desalentar alianzas y acciones de resistencia colectiva que vayan más allá de la perspectiva racial. Es por ello que el historiador marxista Eugene Genovese supo observar que “si no se comprende la legitimidad de su ideología, no será posible realizar una estimación de la fuerza de su sistema y sus formas peculiares de dominio de clase”4.
A partir de lo planteado, vemos como el concepto de raza representa una racionalización de un sistema de explotación y dominación enraizado en las estructuras de poder y la institucionalización del sistema político estadounidense.
La abolición de la esclavitud no derivó en la desaparición de la ideología racial, sino en su reconfiguración y reforzamiento a modo de reacción y supervivencia, produjo una transformación en su carácter, evidenciando la relación dialéctica que existía entre raza y clase. En este sentido, tenemos al intelectual afroamericano y sociólogo W. E Du Bois también una figura clave en la lucha por los Derechos Civiles y una de las voces principales del Panafricanismo que incorpora una perspectiva de clase desde comienzos del siglo XX y una clara orientación marxista a partir de la década de 1930.
Junto a Du Bois se manifiestan otras voces claves del espectro panafricanista como Marcus Garvey, Nkrumah, Sedar Sengor, Aimé Cesáire, Edward Blyden, Julius Nyerere, etc. Muchas de estas figuras políticas e intelectuales en el marco de los movimientos decoloniales luego de la Segunda Guerra Mundial, llegarían a constituir gobiernos como el caso de Nyerere en Tanzania fomentando un efecto catalizador para el resto de los movimientos de liberación en el mundo que veían en África la tierra de sus antepasados. Estas cuestiones también se manifestaron en Estados unidos al interior de los debates y orientaciones ideológicas de los movimientos por los Derechos Civiles.5
Una visión panorámica de los movimientos por los Derechos Civiles
En cuanto a la composición ideológica de los movimientos de lucha por los Derechos civiles de los negros, encontramos una amplia heterogeneidad. El caso de W.E Du Bois su argumento central giró en torno a tres variables: primero, que el poder económico no se traducía necesariamente en poder político y que el desarrollo de un capitalismo negro, aunque necesario, siempre sería – en una sociedad rígidamente segregada – y vulnerada por la hegemonía blanca. Segundo, que lo primordial era construir un movimiento político para desafiar la legalidad del sistema de Jim Crow. Y tercero, que una clase media negra educada debía transformarse en la vanguardia de la lucha para lograr una democracia auténticamente multirracial. Du Bois, por su parte, encabezó junto a numerosos intelectuales, políticos, profesionales y clérigos blancos y negros la conformación en 1909 de una de las organizaciones de Derechos Civiles más importantes la National Association for the Advancement of Color People (NAACP)6.
Del otro lado tenemos la figura de Booker T. Washington, que plasmó su ideología en el Instituto Tuskegee donde estableció una escuela de oficios, de alfabetización y formación política, e incluso fuente de crédito financiero para trabajadores rurales negros; en Boston conformó la National Negro Business League una cámara de comercio que nucleó a varios miembros de la burguesía negra. A diferencia de Du Bois, Washington no proponía desafiar abiertamente el sistema Jim Crow, ambos protagonizaron debates e intercambios muy virulentos, así como también se encontraban enfrentados a la tendencia del carismático líder Marcus Garvey.7
En el campo integracionista también estaban las carismáticas figuras de Martin Luther King Jr. y Bayard Rustin, que había militado en organizaciones socialistas y comunistas hasta la Segunda Guerra Mundial. Rustin fue también un importante historiador del movimiento por los Derechos Civiles, sus periodizaciones se mantuvieron vigentes hasta épocas muy recientes en la historiografía.
En estos términos, hubo una importante producción historiográfica, llamada Master Narrative, donde para estas orientaciones laestrategia era que los ciudadanos debían ser juzgados por sus logros y no por su color de piel. De este modo, dicho enfoque minimizaba la relación existente entre el color y la desigualdad; tendía a considerar al racismo como un problema moral exclusivo de la sociedad blanca del sur de los Estados Unidos, y no como un problema estructural inherente a acuerdos institucionales y de clase alrededor de la propiedad privada y las relaciones de poder, situación reforzada en Estados Unidos por la extensión de una violencia sistémica.8
En contraposición, una parte importante de la población negra rechazó la política de integración. La alternativa que comenzó a gestarse fue el nacionalismo negro que trató de erradicar la discriminación racial constituyendo instituciones reservadas sólo para los negros. Los nacionalistas cuestionaron la fe ingenua de los integracionistas en el poder de las reformas jurídicas, para socavar los privilegios de los blancos.
La tradición nacionalista negra se remonta a principios del siglo XX, con organizaciones como la National Urban League, dedicada a la problemática laboral y social en el sector industrial, la Universal Negro Improvement Association (fundada en 1914 por Marcus Garvey que promulgó una política de autosuficiencia económica de la población negra e impulsó el movimiento Back to Africa), la American Civil Liberties Union, el Harlem Renaissance -un movimiento artístico basado en Nueva York en la década de 1920 en el que artistas crearon formas de expresión que reflejaron tanto una fuerte crítica social como la voz e identidad afro-estadounidense-, y la African Blood Brotherhood, que apuntó a organizar al movimiento obrero negro.9
La tradición nacionalista es extremadamente variada, tenemos una tradición conservadora como Nación del Islam dirigida por Elijah Muhammad, que desarrolló la teoría de Yacubque proyectaba a los blancos como “demonios” incapaces de cambiar para mejor. En otro extremo, estaban los radicales como Hubert H. Harrison, Cyril V. Briggs y Huey P. Newton y grupos de militantes como The League of Revolutionary Black Workers que a finales de la década de 1960 incorporaron a su política un análisis de clase y la aspiración al socialismo, y por supuesto el surgimiento del Black Powery los Black Panthers que constituían las orientaciones más revolucionarias, profundamente influenciadas por el pensamiento político de Malcolm X. 10
Entre estas tendencias estaba el nacionalismo de la pequeña burguesía negra en ascenso, que utilizaba la segregación racial para facilitar la acumulación de capital a partir del mercado de consumidores negros. Todas esas tendencias contradictorias fueron parte del complejo terreno histórico del nacionalismo negro. 11
En este sentido, muchos de los miembros del nacionalismo negro no escaparon a ciertas contradicciones, ya que como en el caso de los integracionistas tendían también a rectificar las categorías raciales, concibiéndolas como nociones estáticas, en lugar de verlas en constante reconfiguración y fluidez. Los nacionalistas lucharon erradicar las diferencias raciales, pero con frecuencia, ellos mismos estaban presos de la lógica del pensamiento racial. Malcolm X hacia el final de su vida en “El voto o la bala” veía la necesidad de una orientación superadora entre las tendencias separatistas e integracionistas, una perspectiva “transformacionista” en la lucha por los Derechos Civiles.12
Conclusiones
Si Karl Marx consideró a “la lucha de clases como el motor de la historia” en el caso de Estados Unidos se puede decir que el motor de la historia fue la raza como construcción ideológica-política y de relaciones socio-económicas de dominación.
Ciertas visiones historiográficas tradicionales ponderan el carácter “excepcional” de Estados Unidos respecto al desarrollo del movimiento obrero y la falta de conflicto debido a su temprano desarrollo capitalista y la alianza y el “consenso” de las clases burguesas y trabajadoras. En contraposición a estas visiones esquemáticas, el país conoció el avance de una auténtica política obrera clasista y organizaciones sindicales desde el siglo XIX como la organización de los Caballeros del Trabajo y los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW), donde las huelgas y tomas de fábricas fueron una constante, incluso entre la gran masa de trabajadores inmigrantes recién llegados que se incorporaban en masa a los sindicatos. Muchos de estos trabajadores también militaban en el Partido Socialista de América, uno de sus líderes Eugene V. Debs fue numerosas veces encarcelado, aún así en la elección de 1920 obtiene casi 1 millón de votos estando tras las rejas por el cargo de sedición. Asimismo, el Partido Comunista americano fundado en 1919, también será objeto de persecuciones y silenciado con la política de “Terror rojo” luego de la Segunda Guerra Mundial.13