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La calamidad de la peste: entre el siglo XVII y XXI
En esta nota, Florencia Miranda reconstruye las reacciones sociales que tuvieron lugar en la gran peste europea del siglo XVII a través de los textos de Delumeau y Daniel Defoe. Además, nos invita a reflexionar acerca de las reacciones humanas frente a la calamidad de una peste o epidemia.

En este escrito me dispongo a realizar un comentario del libro El miedo en Occidente, de Delumeau, publicado en 1979. Particularmente me centraré en los capítulos “Tipología de los comportamientos colectivos en tiempos de peste” y “¿Quién es el culpable?”.Por otro lado, también comentaré el libro Diario del año de la peste, de Daniel Defoe, publicado en 1722.

En ambos textos me llamaron la atención las descripciones del comportamiento de las personas en tiempos de la peste y me gustaría ahondar en esta perspectiva. El aspecto que considero puntualmente interesante es la búsqueda de culpables, que demuestra la mezquindad de mucha gente al querer extirpar parte de su propia comunidad para salvarse.  Más allá de las distancias históricas, es sorprendente la semejanza palpable con el presente. Hay muchísimo para reflexionar, pero me centraré en aspectos puntuales de los textos que reconstruyen esta idea, y que permiten acercarnos como lectores a un texto de siglos atrás que se siente muy actual.

Daniel Defoe es famosísimo por sus obras de Robinson Crusoe, y es considerado el padre de los novelistas ingleses. Por esto no es de extrañar que podamos observar una escritura exquisita en el texto de Diario del año de la peste. Pero también hay otra observación que  me parece muy importante y es que, además de sus novelas de aventuras, Defoe era un panfletista político y religioso, y esto no queda allí, sino que también realizó poemas satíricos. Esto le dio la experiencia para reflejar los comportamientos de sus contemporáneos y exponerlos sin sentirse culpable. De hecho, podemos observar esto en la siguiente cita del  libro:

“Tras la peste de Londres, quien hubiera visto la situación en la que acababan de hallarse los  habitantes, y lo tiernos que se habían vuelto éstos entre sí, prometiéndose que en el futuro sólo  caridad tendrían y no se dirigirían más reproches, ese alguien, digo, habría pensado que por fin  reinaría entre todos otro espíritu. Pero no fue posible. Las rencillas subsistieron. La Iglesia y los  presbiterianos eran incompatibles. Tan pronto como la peste se acabó, los ministros católicos  echaron afuera a los disidentes que habían ocupado el púlpito por ausencia de los titulares”.1

Se observa claramente que critica el comportamiento hipócrita de las personas, como tambiéna la Iglesia y su poca tolerancia. Por supuesto que Defoe estaba acostumbrado a ser perseguido, de hecho, fue condenado a la picota en varias ocasiones, y hasta fue arrestado por su ironía. También es de destacar una crítica a los gobernantes en la mismísima primera página:

“[…] parece que el Gobierno estaba bien informado del asunto, y que se habían celebrado variasreuniones para estudiar los medios de evitar la reaparición de la enfermedad; pero todo semantuvo muy secreto”.2 

A través de estas citas uno se puede dar cuenta de la cercanía que se puede tener con el texto, ya que no es esquivo a temas religiosos o políticos, sino que expone a todos por igual.

Por otro lado, tenemos a Delumeau, un historiador francés especialista en actividades  religiosas en el período del Renacimiento. Esta especialización se ve explícita en el capítulo  sexto de la obra señalada, ya que las explicaciones que atribuye a la peste están unidas por  asuntos que incumben a la religión. La religión es una explícita conexión con Defoe, y es una  de las causas del por qué lo cita reiteradas veces. 

Delumeau está compartiendo la mirada de Defoe a sus contemporáneos, a pesar de que  pertenezcan a dos siglos diferentes. Aquí radica lo que considero importante y es que  Delumeau está sumergido en los pensamientos, los comentarios, y el relato de Defoe, porque  las citas que realiza son parte del comportamiento de la gente de la época. Como, por ejemplo:

“Los ricos, por supuesto, eran los primeros en marcharse, provocando de esta forma el  enloquecimiento colectivo. Entonces podía verse el espectáculo de las colas ante las oficinas que  daban los permisos de salida y los certificados de salud, y también el atasco de las calles llenas de  coches y de carromatos. Oigamos el relato de D. Defoe […]”3

 

No solamente se da en esta cita, sino en muchas otras, en donde toma a Defoe para  ejemplificar a la peste, y a las personas de la época. Es por ello que menciona a “los ricos”  como los que realizan el primer escape, dándonos a entender que poseen casas por fuera de  las murallas, y los pobres pueden probar suerte huyendo a quién sabe dónde, o quedándose con lo poco que poseen, pero con la posibilidad de sucumbir ante la muerte. Otro punto  importante del vínculo que realiza Delumeau con Defoe es la cercanía que produce con el  ambiente catastrófico: “Apenas se podía pasar por una calle sin ver en ella algunos cadáveres  en el suelo”4.

La utilización de la primera persona en la obra de Defoe es lo que permite una cercanía aún mayor con el autor de la que ya teníamos con las críticas a los gobernantes y  religiosos. Delumeau, si bien explica con una síntesis maravillosa lo que ocurrió en los años de la peste, no es la excepción y se ve atrapado como lector. Podría aventurarme a decir que Delumeau tomó como fuente principal a Defoe. Si bien el texto tiene citas de otras obras que hablan sobre la peste, Delumeau comparte una mirada triste, desesperada, que atraviesa el libro. Lo describe como el poder de “bloquear  todas las rutas del futuro”5 y que “la peste sacudía de este modo, por  partida doble, las bases del psiquismo tanto individual como colectivo”6. El retrato que nos muestra Delumeau, no es nada más, ni nada menos, que la mirada gris de Defoe. De todas maneras, el texto de Delumeau presenta una estructura más académica y nos brinda algunos datos más específicos sobre la peste, como también un resumen. Podría decir, un pantallazo de la calamidad que atravesó Europa desde el año 1346 hasta el año 1722.

En ambas obras está presente el aspecto triste y lúgubre de la peste. La ruptura social y de las jerarquías están presentes en los dos textos. En las citas, no solo se demuestra que la  peste es horrorosa, sino también que las personas pueden llegar a serlo en tiempos de crisis. En Defoe observamos cómo el ser humano puede destruirse y reconstruirse a la vez, tanto individual como colectivamente, con momentos de caridad o de mezquindad. Este es el aporte que considero principal. Las citas que traje a colación son aquellas que me permitieron situarme en los años 1664 y 1666, pero también me dejaron reflexionando sobre los tiempos actuales, y cómo pueden adaptarse a nuestro presente. Por supuesto que, si bien pareciera que tenemos una visión precisa de alguien que vivió aquel horror, puede haber límites a la veracidad del relato. El propio protagonista del Diario del año de la peste nos cuenta lo que llegó a sus oídos por medio de sus vecinos. Espero con este escrito haberincitado a los lectores a abordar el texto de Defoe y a observar con sus propios ojos cómo la peste -o un virus- pueden  incidir en el comportamiento de las personas.

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